El silencio

Esa tarde , escribí una carta ,
A su apoderado y discutí
Con el mayordomo ya no
Era lo apropiado
Arrellanado en su sillón favorito ,
De espalda a la puerta que lo
Hubiera molestado y dejo su mano
Izquierda acariciar el terciopelo
Dorado
Gozaba del placer , casi perverso ,
De irse desgajando línea a línea
De lo que lo rodeaba y sentir
A la vez que su cabeza descansaba
Palabra a palabra , absorbido
Por la sorbida , disyuntiva
De los héroes , que se dejaba ir hacia
Las imágenes que se concertaba.

Sin mirarse ya atados ,
Rígidamente a la tarea que
Los esperaba y se separaron
En la cabaña para seguir
Sus caminos.


Autor: Fernando Ariel Ramírez 7ºC

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