El ángel del espejo

La escena transcurre en una casa de chapa de dos ambientes. Los personajes están en la cocina-comedor. En el centro hay una mesa y tres sillas que alguna vez fueron finas pero ahora están destartaladas (tienen el tapizado roto). A la izquierda está la puerta de salida, a la derecha está la pequeña cocina de una sola hornalla y cacerolas, y la puerta que conecta con la única habitación. Rodolfo y Marta están sentados enfrentados uno del otro y en medio de ellos dos hay una mesa con un plato de agua. Marta le sirve un vaso a Rodolfo y a ella, con un aire humilde y ella toma un poco de agua, lo saca repentinamente de su boca y lo deposita en la mesa con un poco de fuerza. Ella comienza hablarle a él.

MARTA (con cara y voz de padecimiento): -Ya no puedo seguir con esto.
(Rodolfo la mira con tristeza. Marta le habla con rabia) Todo lo que nos está ocurriendo, toda esta miseria es por tu culpa, porque te enviciaste con el juego.
RODOLFO (a la defensiva):- ¡No es verdad!
MARTA (con sorna): Claro, no es verdad que perdimos nuestras industrias, nuestras riquezas, nuestra mansión….
RODOLFO:- Pero también es tu culpa, por tu ambición a las joyas, a los vestidos elegantes y a las fiestas de gala.
MARTA (con un aire de indiferencia mientras acaricia el anillo de casamiento): -Las damas necesitamos ciertos lujos.
RODOLFO: Vos sabes que si todavía conservaras la joya que compraste en “Madame Foiel” y que extraviaste podríamos recuperar la industria y con dos años de producción podríamos recuperar la mansión.
Marta se pone la mano en el bolsillo con disimulo y cuando la trata de sacar de éste, ocurre un accidente, la joya – una gran gema- sale del bolsillo y se choca contra el suelo con gran estruendo. La mujer se arrodilla cerca de los pedazos y comienza a llorar.
MARTA (con llanto y desesperación): ¡MI JOYA!...
RODOLFO: ¡Esto es el colmo, Marta, sabiendo todo lo que podrías haber hecho con esa joya, no me decís nada y te la guardás. Decime, ¿para qué te sirve una joya semejante en momentos como este?
Marta no responde y continúa llorando. Rodolfo recoge los pedazos.
RODOLFO (con bronca): -Acá tenés tu amada joya
Acto seguido deposita los pedazos en la mano de su mujer. Pero cuando estaba a punto de entregárselos, él le quita a la mujer el anillo de boda y lo tira por la ventana. Luego se va del escenario dejando a la mujer sola.
Marta sigue llorando y al rato vuelve el marido con un espejo mugriento.
MARTA (con amargura, sin quitar la mirada de la ex joya): -¿Qué querés?
RODOLFO: Acabo de encontrar este espejo tirado en un tacho de basura. ¿Lo querés?
Marta se da vuelta hacia su marido y agarra el espejo, comenzando a limpiarlo frenéticamente hasta poder mirarse a la perfección en él. De repente sale un ángel de este y comienza a mirar el espejo con gran satisfacción.
ÁNGEL: -Le doy las gracias a ustedes dos por haber limpiado mi espejo, gracias por este favor.
MARTA: -Ángel, ángel quisiera que nos pudieras devolver este favor
RODOLFO: -Marta, ¿dónde están tus modales hacia nuestro nuevo invitado? Él no tiene ninguna obligación de darnos nada a cambio.
ÁNGEL: En realidad, creo que ella tiene razón. Debería devolverles el favor. Bueno, les concederé tres deseos
MARTA (con avidez): ¿Y por qué no cinco?
ÁNGEL(con picardía): ¿Y por qué no dos? A ver, señor, usted primero, que me encontró, ¿cuál es su deseo?
MARTA (emocionada): Rodolfo, podrías desear mis vestidos, mis joyas, (cada vez más exaltada) ¡mis joyas!
RODOLFO (con falsa complacencia):- Ah, sí, tus vestidos, tus joyas o…… (con aire desafiante) mi longaniza asada.
MARTA (con incredulidad y a los gritos): ¿Tu QUÉÉ?
RODOLFO: No me interesan tus joyas o tus vestidos. Me interesa mi estómago. Hace mucho que no como algo rico. (Con determinación) Ángel, deseo una longaniza grande, rica y jugosa, bien asada.
ANGEL (haciendo una reverencia): Tu deseo será cumplido. (Hace un movimiento con su capa y aparece una parrilla con una gran longaniza asada. Los demás la miran sorprendidos) El hombre se abalanza sobre la comida pero la mujer lo agarra de la ropa y se traban en una pelea.
MARTA (con bronca y a los gritos): ¡Tonto, estúpido, anciano inútil! ¡No ves que sos un grasa! ¿Venís a gastar un deseo en una longaniza, algo tan poco elegante, y no en mis vestidos o joyas? ¡No te sirvió de nada casarte conmigo y así entrar en la alta sociedad! ¡No aprendiste nada, seguís siendo un grasa que pide longaniza! ¿no ves que no servís para nada, que no sabés tratar a una dama y no tenés buena educación y modales?
ANGEL (con tono apaciguador): Bueno, bueno, no se preocupe que ahora es su turno de pedir un deseo.
MARTA (sin escuchar al ángel): ¿Sabés qué, Rodolfo? a mi no mi importa tu estómago, a mí me interesa que esa longaniza que comés se te pegue a la nariz y que te desforme la cara haciéndote parecer el monstruo que para mí sos.
ANGEL: Tu deseo será cumplido (y para sí mismo pero audible para el público)¡Que pareja, el uno para el otro! (El ángel hace un movimiento con su capa nuevamente y al esposo se le pega la longaniza a la nariz desfigurando toda su cara)
RODOLFO (con enojo y a los gritos mientras trata de quitarse la longaniza de la cara): ¡MUJER, SACAME ESTO INMEDIATAMENTE!!
MARTA: No quiero, vos malgastaste tu deseo en una longaniza….
RODOLFO: Y vos malgastaste tu deseo en que se me pegara la longaniza en la nariz
MARTA: Exacto, por eso no gastaré el ultimo deseo en que se te salga esa longaniza de la cara, gastaré el último deseo en mis joyas, mis vestidos y mi mansión.
ANGEL: En realidad el deseo le corresponde a los dos, no a uno solo
RODOLFO: ¿Entonces podré desear que esta longaniza salga de mi cara?
ANGEL: Sólo si su mujer está de acuerdo
MARTA (con tono enojado): ¡No!, no estoy de acuerdo
RODOLFO: Vamos Marta, como si quisieras que tu marido esté con una longaniza en la nariz por toda su vida ¿Como vas a poder alardear sobre tus joyas ante tus amigas cuando me vean la cara?
MARTA: Muy simple, me separo de vos y el último deseo lo gasto en mis joyas, vestidos y en mi mansión.
ANGEL: El plan que usted tiene, señora, es ciertamente brillante, si sacáramos de cuentas que este deseo obligatoriamente le pertenece a los dos.
RODOLFO: Vamos, Marta, estamos los dos en el mismo lío. ¿Realmente crees que la mansión, el dinero y las joyas comprarán una buena vida?
MARTA: Solamente prométeme que si se te va la longaniza de la cara, buscarás un empleo
RODOLFO: Sí, te lo prometo
MARTA: Está bien, ángel, ambos deseamos que a mi marido se le salga la longaniza de la cara
ANGEL (realiza por última vez su reverencia): Sus deseos se cumplirán (a Rodolfo se le sale instantáneamente la longaniza y luego el espejo se rompe. El ángel ha desaparecido. La mujer tira el espejo a la basura)



Grupo que preparó el guión de la obra: Leila Kovacs
Camila Lobo
Mauricio Gentile
Actuaron: Leila Kovacs, Camila Lobo y Cristian Capelli.

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